RAFAEL PONBO
jose rafael de pombo fue un gran poesista por ejemplo:

*rin rin renacuago

El hijo de rana, Rinrín renacuajo salió esta mañana muy tieso, muy majo. Con pantalón corto, corbata a la moda sombrero encintado y chupa de boda. -¡Muchacho, no salgas!- le grita mamá, pero él hace un gesto y orondo se va. Halló en el camino, a un ratón vecino y le dijo: -¡Amigo!- venga usted conmigo, Visitamos juntos a doña Ratona y habrá francachela y habrá comilona. A poco llegaron, avanza ratón, estira el cuello y coge el eslabón, Da dos, tres golpes. Preguntan: ¿Quién es? –Soy yo, doña Ratona, beso a usted los pies ¿Está usted en casa? -Sí señor, sí estoy, y celebro mucho ver a usted hoy. Estaba en mi oficio, hilando algodón, pero eso no importa, bienvenidos son. Se hicieron la venia, se dieron la mano, y dice Ratico, es más veterano: – Mi amigo el de verde rabia de calor, démele cerveza, hágame el favor. Y en tanto que el pillo consume la jarra manda a la señora traer la guitarra. Y el renacuajito le pide que cuente versitos alegres, tonadas elegantes y… -¡Ay! de mil amores le hiciera, la venia señora, pero es imposible darle usted gusto ahora, que tengo el gaznate más seco que estopa y me aprieta mucho esta nueva ropa. -Lo siento infinito, -responde la tía Rata-, aflójese un poco el chaleco y corbata, y yo mientras tanto le voy a cantar una canción muy particular. Mas estando en esta brillante función de baile y cerveza, guitarra, canción, la gata y sus gatos saltan el umbral, y vuelve aquello, el juicio final. Doña gata vieja trincha por la oreja al niño Ratico, maullándole: ¡Hola! Y los niños gatos a la vieja rata uno por la pata y otra por la cola. Renacuajito miró este asalto tomó su sombrero, dio un tremendo salto abrió la puerta y con mano y narices, fue dando a todos, noches muy buenas y felices. rafael ponbo
RIN RIN RENACUAJO

Cutufato y su gato

Quiso el niño Cutufato Divertirse con un gato; Le ató piedras al pescuezo, Y riéndose el impío Desde lo alto de un cerezo Lo echó al río. Por la noche se acostó; Todo el mundo se durmió, Y entró a verlo un visitante El espectro de un amigo, Que le dijo: ¡Hola! al instante ¡Ven conmigo! Perdió el habla; ni un saludo Cutufato hacerle pudo. Tiritando y sin resuello Se ocultó bajo la almohada; Mas salió, de una tirada Del cabello Resistido estaba el chico; Pero el otro callandico, Con la cola haciendo un nudo De una pierna lo amarró, Y, ¡qué horror! casi desnudo Lo arrastró. Y voló con él al río, Con un tiempo oscuro y frío, Y colgándolo a manera De un ramito de cereza 2 Lo echó al agua horrenda y fiera De cabeza ¡Oh! ¡qué grande se hizo el gato! ¡qué chiquito el Cutufato! ¡Y qué caro al bribonzuelo su barbarie le costó! Más fue un sueño, y en el suelo Despertó SOLO OBSEVA

SIMÓN EL BOBITO

Simón el Bobito llamó al pastelero: "¡A ver los pasteles! ¡los quiero probar!" Sí, repuso el otro, pero antes yo quiero ver ese cuartillo con que has de pagar. Buscó en los bolsillos el buen Simoncito y dijo: ¡De veras! no tengo ni unito. A Simón Bobito le gusta el pescado y quiere volverse también pescador, y pasa las horas sentado, sentado, pescando en el balde de mamá Leonor. Hizo Simoncito un pastel de nieve y a asar en las brasas hambriento lo echó, pero el pastelito se deshizo en breve, y apagó las brasas y nada comió. Simón vio unos cardos cargando ciruelas y dijo: ¡Qué bueno! las voy a coger. Pero peor que agujas y puntas de espuelas le hicieron brincar y silbar y morder. Se lavó con negro de embolar zapatos porque su mamita no le dio jabón, y cuando cazaban ratones los gatos espantaba al gato gritando: ¡ratón! Ordeñando un día la vaca pintada le apretó la cola en vez del pezón; y ¡aquí la vaca! le dio tal patada que comió un trompito bailó con Simón. Y cayó montado sobre la ternera y doña ternera se enojó también, y ahí va otro brinco y otra pateadera u dos revolcadas en un santiamén. Se montó en un burro que halló en el mercado y a cazar venados alegre partió, voló por las calles sin ver un venado, rodó por las piedras y el asno se huyó. A comprar un lomo lo envió taita Lucio, y él lo trajo a casa con gran precaución colgado del rabo de un caballo rucio para que llegase limpio y sabrosón. Empezando a apenas a cuajarse el hielo Simón el Bobito se fue a patinar, cuando de repente se el rompre el suelo y grita :¡Me ahogo! ¡vénganme a sacar! Trepándose a un árbol a robarse un nido, la pobre casita de un mirlo cantor... desgájase el árbol, Simón da un chillido, y cayó en un pozo de pésimo olor. Ve un pato, le apunta, descarga el trabuco; y volviendose a casa le dijo al papá: Taita, yo no puedo matar pajaruco porque cuando tiro se espanta y se va. Viendo una salsera llena de mostaza, se tomó un buen trago creyéndola miel, y estuvo rabiando y echando babaza con tamaña lengua y ojos de clavel. Vio un monton de tierra que estorbaba el paso, y unos preguntaban: ¿Qué haremos aquí? ¡Bobos! dijo el niño resolviendo el caso; que abran un grande hoyo y la echen allí. Lo enviaron por agua, y él fué volandito llevando el cedazo para echarla en él: Así que la traiga el buen Simoncito seguirá su historia pintoreca y fiel. simopn el bobito texto completo

mirringa mirronga

Mirringa Mirronga, la gata candonga va a dar un convite jugando escondite, y quiere que todos los gatos y gatas no almuercen ratones ni cenen con ratas. “A ver mis anteojos, y pluma y tintero, y vamos poniendo las cartas primero. Que vengan las Fuñas y las Fanfarriñas, y Ñoño y Marroño y Tompo y sus niñas. “Ahora veamos qué tal la alacena. Hay pollo y pescado, ¡la cosa está buena! Y hay tortas y pollos y carnes sin grasa. ¡Qué amable señora la dueña de casa! “Venid mis michitos Mirrín y Mirrón. Id volando al cuarto de mamá Fogón por ocho escudillas y cuatro bandejas que no estén rajadas, ni rotas ni viejas. “Venid mis michitos Mirrón y Mirrín, traed la canasta y el dindirindín, ¡y zape, al mercado! que faltan lechugas y nabos y coles y arroz y tortuga. “Decid a mi amita que tengo visita, que no venga a verme, no sea que se enferme que mañana mismo devuelvo sus platos, que agradezco mucho y están muy baratos. “¡Cuidado, patitas, si el suelo me embarran ¡Qué quiten el polvo, que frieguen, que barran ¡Las flores, la mesa, la sopa!… ¡Tilín! Ya llega la gente. ¡Jesús, qué trajín!”. Llegaron en coche ya entrada la noche señores y damas, con muchas zalemas, en grande uniforme, de cola y de guante, con cuellos muy tiesos y frac elegante. Al cerrar la puerta Mirriña la tuerta en una cabriola se mordió la cola, mas olió el tocino y dijo “¡Miaao!” ¡Este es un banquete de pipiripao!” Con muy buenos modos sentáronse todos, tomaron la sopa y alzaron la copa; el pescado frito estaba exquisito y el pavo sin hueso era un embeleso. De todo les brinda Mirringa Mirronga: – “¿Le sirvo pechuga?” – “Como usted disponga, y yo a usted pescado, que está delicado”. – “Pues tanto le peta, no gaste etiqueta: “Repita sin miedo”. Y él dice: – “Concedo”. Más ¡ay! que una espina se le atasca indina, y Ñoña la hermosa que es habilidosa metiéndole el fuelle le dice: “¡Resuelle!” Mirriña a Cuca le golpeó en la nuca y pasó al instante la espina del diantre, sirvieron los postres y luego el café, y empezó la danza bailando un minué. Hubo vals, lanceros y polka y mazurca, y Tompo que estaba con máxima turca, enreda en las uñas el traje de Ñoña y ambos van al suelo y ella se desmoña. Maullaron de risa todos los danzantes y siguió el jaleo más alegre que antes, y gritó Mirringa: “¡Ya cerré la puerta! ¡Mientras no amanezca, ninguno deserta!” Pero ¡qué desgracia! entró doña Engracia y armó un gatuperio un poquito serio dándoles chorizo de tío Pegadizo para que hagan cenas con tortas ajenas. poema completo mirringa mirronga